Me gusta darles un peso en la evaluación para su cuaderno o diario de aprendizaje, porque creo que es necesario que el alumnado sea capaz de recapacitar sobre lo que está aprendiendo, es una manera óptima de poder conectar nuevos conocimientos, pero también de ser consciente de lo que sabe y lo que no, así puede organizarse mejor para estudiar.
He probado el diario de aprendizaje online, en formato blogs, donde semanalmente cada alumno/a escribía sus pareceres sobre su funcionamiento en la asignatura. Al final no me acabó de convencer porque no a todos los alumnos se le daba bien o tenía facilidades para ponerse delante de un ordenador a escribir. Otro curso me ayudó el hecho de que otros profesores del grupo se sumaron a la idea del diario de aprendizaje en formato blogs. Ahora he vuelto a retomar esa idea por el hecho de tener la opción de poder acompañarles yo, a todos y a todas, al aula de Informática a que completen allí su diario (tenemos que dedicar una sesión semanal a esta reflexión pero creo que el beneficio lo merece).
Este sería un ejemplo de lo que me gusta que contenga su diario de aprendizaje y de cómo se puede evaluar posteriormente: diario de aprendizaje y pseudo-portfolio.
Si esa opción de poderles acompañar en el propio centro, quizás es más apropiado que escriban en papel, así que otros años les daba la opción de elegir entre el formato físico-analógico o digital. .
El problema entonces fue que no eran constantes. Si dedicábamos un tiempo semanal a que hicieran esas tareas en clase, entonces no había problema, pero no eran capaces de hacer este ejercicio de recapacitación en casa, donde creo que es conveniente hacerlo.
Así que ahora he variado el formato. Creo que es positivo por diferentes aspectos, pero quiero destacar un par:
Para ellos no es tan monótono tener que responder siempre a las mismas preguntas
Y a mí me permite preguntarles cualquier aspecto del que necesite conocer su opinión en el momento
Para salvar este problema también lo intenté de la siguiente forma: preparar formularios semanales, y en ellos, en función de lo que trabajábamos cada semana, les iba haciendo preguntas: ¿cómo llevas la asignatura? ¿cuántas horas has dedicado esta semana? ¿cuántos ejercicios has podido hacer de cada parte? ¿tienes ayuda fuera del centro? Todas estas preguntas ya estaban en la propuesta anterior, pero ahora puedo preguntar cosas como ¿preferirías hacer dos o tres exámenes? ¿crees que el ritmo que hemos llevado esta semana ha sido adecuado? ¿estas actividades te resultan más atractivas que las de la semana pasada? ¿crees que esta semana te has esforzado suficientemente? ¿sabes qué tienes que hacer para aprobar esta evaluación? ¿cómo vas a organizarte a partir de ahora? Porque son formularios que se preparan cada semana y tienen en cuenta lo que ha ocurrido en las clases a lo largo de los últimos siete días. La retroalimentación que recibo es valiosísima y puedo adaptar ritmos, cantidad de ejercicios e, incluso, programación de clases, en función de sus opiniones.
¿Es necesario puntuarles para conseguir esta información? Creo que sí, y que no está nada mal que se les premie por hacer esta recapacitación. Semanalmente, después de leer sus comentarios, les doy mi opinión sobre los resultados. Creo que así todos ganamos y hacemos cada semana un ejercicio de autoevaluación que nos sirve para mejorar a corto plazo, sin necesidad de llegar a un final de evaluación para tomar medidas.